hoy hubiera cumplido 65 años.
de los 48 a los 65 todo es ausencia, que con el tiempo se abre más y más.
en este tiempo ella no me vio embarazada, no ha conocido a mi hija, no la ha visto en sus festivales de fin de curso, ni tocar piano, ni hacer un solo en ballet.
en este tiempo no he podido hablarle de lo que a nadie le importa y seguramente a ella sí le hubiera importado: mis dilemas de madre, mis miedos, mis logros, mis decisiones.
en este tiempo no he visto cómo llegó a envejecer, a madurar, a asimilar el sufrimiento un poco mejor.
en este tiempo no he escuchado sus apasionadas opiniones políticas.
no hemos podido ir al cine o a tomarnos un café.
en este tiempo no le he hablado para pedirle su receta de cocina, ni su visto bueno para mis nuevas cortinas.
no he podido presumirla en el colegio de mi hija durante los festejos del día de las madres.
no he podido decirle que ya no tengo nada que demostrar, ni a mí ni a ella, y que puedo cumplirle por fin su capricho: recostarme en sus piernas para que me acaricie.
puedo imaginarlo. puedo evitar imaginarlo también y quedarme en sus 48 que, aunque dolorosos, duelen menos que sus imposibles 65.
de los 48 a los 65 todo es ausencia, que con el tiempo se abre más y más.
en este tiempo ella no me vio embarazada, no ha conocido a mi hija, no la ha visto en sus festivales de fin de curso, ni tocar piano, ni hacer un solo en ballet.
en este tiempo no he podido hablarle de lo que a nadie le importa y seguramente a ella sí le hubiera importado: mis dilemas de madre, mis miedos, mis logros, mis decisiones.
en este tiempo no he visto cómo llegó a envejecer, a madurar, a asimilar el sufrimiento un poco mejor.
en este tiempo no he escuchado sus apasionadas opiniones políticas.
no hemos podido ir al cine o a tomarnos un café.
en este tiempo no le he hablado para pedirle su receta de cocina, ni su visto bueno para mis nuevas cortinas.
no he podido presumirla en el colegio de mi hija durante los festejos del día de las madres.
no he podido decirle que ya no tengo nada que demostrar, ni a mí ni a ella, y que puedo cumplirle por fin su capricho: recostarme en sus piernas para que me acaricie.
puedo imaginarlo. puedo evitar imaginarlo también y quedarme en sus 48 que, aunque dolorosos, duelen menos que sus imposibles 65.
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