Uno intenta escribir poesía y la vida cotidiana está alrededor, a veces como un cojín mullido entibiando el día a día; a veces como las espinas de la amenaza, del miedo, del sobre esfuerzo. Uno lee a Raúl Zurita y ve ese miedo traspasado con la espada de las palabras. Uno ve 49 niños de una guardería que mueren calcinados; ciudades enteras que son sacudidas por una madre tierra furiosa, impaciente, irritada; esquinas y calles y carreteras que son tomadas por tanquetas, por policías de negro y pasamontañas; las salas y las habitaciones que son invadidas por cabezas cercenadas, por mensajes presidenciales, por narcomantas, por la desconfianza, por el hartazgo, por el encono, por el cinismo, por ojos cerrados (sí, mejor cerrados), por la mano suave y tibia de la hija, por su risa, por su agudeza, por su The big bang theory. El big bang.
Y uno intenta escribir poesía. No de todo eso. Y uno deja el miedo allá afuera (y aquí adentro), en lugar de traspasarlo. Y uno escribe. De otra cosa. De cosas que a nadie le importan. Y uno se pregunta si hay derecho. Y por qué. Y uno nunca se pregunta por qué el empleo demandante. No. Uno trabaja, montada en zapatillas y descubre gente en la oficina, y también las naranjas que poco a poco empiezan a dorarse frente a la ventana, y el vientecillo de otoño. Y nuevos pagos y cuentas que uno tiene que asumir, porque a nadie más le importa.
Y uno intenta escribir poesía. Y la risa de la hija se vuelve llanto. Los brincoteos en un traqueteo de muletas. Y uno intenta ser una buena mamá. Y uno se pregunta de qué sirve la poesía si uno no puede acomodar el cojín bajo el tobillo roto, masajear los dedos que asoman por la escayola, despertar en la noche para aminorar el dolor. De qué sirve traspasar el miedo con palabras, si uno no puede escampar el miedo de una jovencita de 15 años, si uno no puede tocar la vida. La vida cotidiana. El día a día. La frente afiebrada de la hija. El amor escrito en el yeso de su pierna. El amor escrito desde el big bang de su creación. De la creación. Y sin eso, ¿de qué sirve la poesía y el más nimio o excelso de sus intentos?
Comentarios
Qué le pasó a la niña bonita?
Tobillo roto? ouch!
Estoy segura que eres una excelente madre, y sé que como tal quisieras hacer mas por tu hija, pero ese tobillo sanará, y verás que solo será una nada agradable experiencia mas en la vida de tu niña.
Un afectuoso abrazo con deseos de que se recuperen pronto, las dos, ehhhh!
Eidania.
Y un año de preguntas. Muchas. Pero a la vez mucho equilibrio. Quizá el silencio aquí ha sido parte de ese equilibrio.
Un abrazo, Eidania, y gracias por tus palabras y los buenos deseos. Mil gracias de nuevo.
Cómo va esa recuperación?
Espero que todo esté mejor.
Un bonito fin de semana!
Un abrazo.
Eidania
:D
Nada más que las gripes se han acumulado en esta pequeñísima familia :D
Mil gracias, Eidania, que disfrutes el puente :D
Abrazos a esa pequeñísima familia! :D
¡Abrazos!
Y mira que el tono de este blog gira en torno a lo literario. Pero ¿quién que se dedique al arte puede no sentirse comprometido e intentar...intentar...intentar?
¿qué si tiene sentido la poesía? Siempre que exprese lo que le da sentido a la vida.
He visto intentos a veces desesperados que caen en la denuncia, otros en la desesperanza.
Personalmente creo que no es necesario caer en los lugares comunes y que la poesía puede ser una experiencia humanista, que nos haga sentir que nada humano nos es ajeno y contribuir al desarrollo del hombre hacia un ser completamente humano. Creo que actualmente hay un vacio existencial que la poesía puede llenar, sin la forma contestataria, sino como una voz alternativa de lo que tenemos hambre de escuchar.
Saludos y los mejores deseos en la recuperación.
P.D. ¿ y la FIL será este año un buen pretexto para saludarnos personalmente? Esperamos que sí!
Pero justo la poesía es el único reducto que queda, pequeñísimo, para ver aquello que late en los márgenes, aquello que nos dice el silencio, y que está inmanente en la realidad y en aquello que la trasciende.
Un saludo grande.