
he llegado a ese punto donde es necesario imprimir lo que llevo de novela. Muchos arbolitos. Para ser exactos: quince años de un árbol para producir media caja de papel. Ni modo. Me siento con una baraja en la mano, sin poder ver todas las cartas ni poder manipularlas, ni meter esta aquí y mover aquella allá; me siento ya sin claridad sobre la dosificación de personajes, de intrigas, de anzuelos.
Necesito el objeto: el montón de hojas en mis manos. Y leerlas en papel y rayar por todas partes lo que veo y no veo, lo que quiero y no quiero. Ni modo: los 15 años de un arbolito.
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