Esta mañana me ha avisado mi amigo Javo que murió Sergio Valenzuela, el Teco. Tengo pocos amigos escritores. Sergio era uno de ellos. Y no por ser escritor. Lo conocí a través de su hermano Arturo, "el papi", un patriarca dulce que me hablaba con mucha ternura del Teco.
Mi amistad con Sergio no fue de esas asiduas. Alguna vez tuve su teléfono, nunca supe dónde vivía, muy a la larga nos tomábamos un café, alguna vez intercambiamos cartas postales. Pero yo le decía Teco y él "mi niña". Fue una amistad de cariño profundo.
Mientras viví en España, el querido "Teco" me pidió una tarea muy personal y que parecía imposible. Pero valía la pena. Si lo lograba, iba a ser algo grandioso para él. Supongo que fue tan complicada esta pesquisa, que no recuerdo cómo la resolví. Pero lo hice. Mi amigo Teco se emocionó hasta las lágrimas, y creo que a partir de entonces tuvimos un lazo especial. Ese que no necesitaba de visitas mutuas ni llamadas ni encuentros.
La última vez que lo vi fue a raíz de la publicación de Llama. Nos vimos en el Vips. Me dijo que estaba enfermo y varias veces que me nació abrazarlo, me esquivó. Al final entendí que hasta un abrazo le provocaba dolor.
Soy una persona apartada. Vivo muy de puertas adentro. Y cada vez que alguien muere suelo sentirme culpable por todo lo que no di.
Con Sergio esto no me ha pasado. Eso que logré para él desde Salamanca valió todos los encuentros, cafés, charlas que pudiéramos sostener. Ojalá la vida siempre diera esas oportunidades. Qué bueno que con el Teco se dio.
Adiós, amigo. No me esquives ahora el abrazo,
Mi amistad con Sergio no fue de esas asiduas. Alguna vez tuve su teléfono, nunca supe dónde vivía, muy a la larga nos tomábamos un café, alguna vez intercambiamos cartas postales. Pero yo le decía Teco y él "mi niña". Fue una amistad de cariño profundo.
Mientras viví en España, el querido "Teco" me pidió una tarea muy personal y que parecía imposible. Pero valía la pena. Si lo lograba, iba a ser algo grandioso para él. Supongo que fue tan complicada esta pesquisa, que no recuerdo cómo la resolví. Pero lo hice. Mi amigo Teco se emocionó hasta las lágrimas, y creo que a partir de entonces tuvimos un lazo especial. Ese que no necesitaba de visitas mutuas ni llamadas ni encuentros.
La última vez que lo vi fue a raíz de la publicación de Llama. Nos vimos en el Vips. Me dijo que estaba enfermo y varias veces que me nació abrazarlo, me esquivó. Al final entendí que hasta un abrazo le provocaba dolor.
Soy una persona apartada. Vivo muy de puertas adentro. Y cada vez que alguien muere suelo sentirme culpable por todo lo que no di.
Con Sergio esto no me ha pasado. Eso que logré para él desde Salamanca valió todos los encuentros, cafés, charlas que pudiéramos sostener. Ojalá la vida siempre diera esas oportunidades. Qué bueno que con el Teco se dio.
Adiós, amigo. No me esquives ahora el abrazo,
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