
Durante mucho tiempo pensé que el lenguaje podría destruirse. No hablar. Hablar como una autómata que usa una serie de frases convenidas: buen día, quiero comer, gracias, adiós, sí, no, hasta mañana. En mi mundo interior el lenguaje era otra cosa. Procesos que eran más veloces que mi capacidad de articularlo en lenguaje, procesos intraducibles.
Era una persona muy callada que no sabía bien que era callada. Ni le importaba. Mi mente era un bullicio.
La escritura me permitía articular, codificar ese bullicio veloz, casi inasible, en lenguaje. Esas capas interminables que sentía entre mi pensamiento y el lenguaje hablado se disipaban cuando escribía. No había filtros, no había miedos. No había territorios infranqueables.
Escribía a mano. Había una inmediatez entre mi mente y mi mano. Una organicidad. No podía hacerlo de otra manera.
Esa que callaba ahora habla. Y esos deseos de destruir el lenguaje se han convertido en una búsqueda de construcción. Esa que escribía a mano, ahora es capaz de escribir directamente en el teclado cuando se trata de prosa.
Siempre había escrito a mano la poesía. Ahora he estado intentando escribir en una libreta roja con papel de bambú. Y me encontré escribiendo a trompicones entre mi caligrafía cada vez más torpe e inteligible, sufriendo entre mi letra pequeña y alargada a lo horizontal y los límites del pequeño papel.
Entonces decidí escribir en mi mente. Memorizar los versos mientras conduzco o me ducho. Pensar en las palabras, sus sonidos, sus conceptos. Y hoy, con algunos versos hechos y algunas ideas un poco más claras, me senté en el teclado y salió.
El primer poema. El primero de caligrafías / serie roja. El primero escrito directamente en el teclado.
Era una persona muy callada que no sabía bien que era callada. Ni le importaba. Mi mente era un bullicio.
La escritura me permitía articular, codificar ese bullicio veloz, casi inasible, en lenguaje. Esas capas interminables que sentía entre mi pensamiento y el lenguaje hablado se disipaban cuando escribía. No había filtros, no había miedos. No había territorios infranqueables.
Escribía a mano. Había una inmediatez entre mi mente y mi mano. Una organicidad. No podía hacerlo de otra manera.
Esa que callaba ahora habla. Y esos deseos de destruir el lenguaje se han convertido en una búsqueda de construcción. Esa que escribía a mano, ahora es capaz de escribir directamente en el teclado cuando se trata de prosa.
Siempre había escrito a mano la poesía. Ahora he estado intentando escribir en una libreta roja con papel de bambú. Y me encontré escribiendo a trompicones entre mi caligrafía cada vez más torpe e inteligible, sufriendo entre mi letra pequeña y alargada a lo horizontal y los límites del pequeño papel.
Entonces decidí escribir en mi mente. Memorizar los versos mientras conduzco o me ducho. Pensar en las palabras, sus sonidos, sus conceptos. Y hoy, con algunos versos hechos y algunas ideas un poco más claras, me senté en el teclado y salió.
El primer poema. El primero de caligrafías / serie roja. El primero escrito directamente en el teclado.
Comentarios
Sencillamente hermoso.
Vos dices.
"Entonces decidí escribir en mi mente. Memorizar los versos mientras conduzco o me ducho. Pensar en las palabras, sus sonidos, sus conceptos. Y hoy, con algunos versos hechos y algunas ideas un poco más claras, me senté en el teclado y salió. El primer poema. El primero de caligrafías / serie roja. El primero escrito directamente en el teclado...."
¡Feliciades!
Pienso que si así memorizas esos versos mientras conduces tu auto imaginate -con todo respeto- cuando ames, abrazes, mires....
Dice el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince en una reciente entrevista que él:
"Cuando escribo pienso mejor, no oigo mi voz, no vigilo mi voz, es la voz de otro, una voz no interior sino exterior que me dicta aunque no sea el Espíritu Santo, pero sí creo que mi mano se comunica mucho mejor con mi cerebro que mi lengua(..) Cuando yo hablo me distraigo mucho. Me distrae la cara de la otra persona, la mirada. Hay demasiadas variables que tengo que controlar: mi voz, lo que pasa a mi alrededor, mientras que cuando escribo por encanto el mundo desaparece y lo único que hay es tres dedos apretando un boligrafo que escribe sobre un papel, o una pantalla del computador..."
Un fuerte abrazo hasta Sonora
FA
:D
Un abrazo y felices vacaciones.
En busca de Dios el poeta se encuentar a si mismo.
Una pregunta personal. ¿El nombre de tu libro tiene alguna influencia de San Juan?
Un abrazo
FA
Es un guiño, pero también un atisbo al trabajo poético que hago en Llama: homofonías, aliteraciones. Además creo que la palabra que más se usa para intentar describir la experiencia personal de lo sagrado es esa: llama.
Ese poemario anda en las librerías Gandhi, Parnaso, El Sótano del DF. Y espero pronto, en mayo, presentarlo por allá. Ojalá podamos saludarnos.
Un saludo, Fred.
Estoy leyendo las Obras Completas del Poeta español Pedro Salinas, y en su poesía encuentro las huellas de entre otros, de Garcilaso de la Vega y de San Juan de la Cruz; además de Bécquer, Darío, Unamuno, Antonio y Manuel Machado et-al
¡Claro que voy! PD, Y en verdad me gustaría mucho escuchar vuestra voz leyendo poemas y de paso mirarte a los ojos.
Avísame Marian.
FA
En cuanto sea un hecho, cuelgo aquí la información sobre la presentación.
Saludos, Fred
Es la compilación de Enrique Mallen de Ed Aldus.
Lo buscare en Ghandi y de paso buscare Llama de MARIAN.
Estaré pendiente de tu Nido de palabras para la invitación
Un abrazo hasta Son.
FA
Es la compilación de Enrique Mallen de Ed Aldus.
Lo buscare en Ghandi y de paso buscare Llama de MARIAN.
Estaré pendiente de tu Nido de palabras para la invitación
Un abrazo hasta Son.
FA
¡Saludos, Fred! ¡Y felices vacaciones!
Aparte. En estos dias ando de un humor cáustico, que por eso no intentaré sentarme en el teclado.Como puedes darte cuenta, estoy corrosivo.
Te he seguido, aunque no comente.
Un abrazo