
Lo recuerdo de 6 años. Las pecas le salpicaban la nariz y las mejillas. Tenía una mirada dulce, profunda. Siempre reía. Y lo que más me impresionaba: era capaz de rezar los 15 misterios del rosario sentado en flor de loto con los ojos cerrados.
Hace poco su papá me dio noticias de él: entre risas me dijo que estudiaba Administración, y era un niño activo intelectualmente.
No puedo imaginar el dolor de Javier Sicilia y Cocó Ortega, sus padres. El dolor de Fanny, su hermana. No puedo imaginar la vida segada de Juanito. Sé que no está del todo segada. Y también sé que este no es el país que queremos. Que no es el país que queremos para nuestros hijos.
¿Hay alguien a quien le importe?
Mi cariño entrañable para Javier, Cocó, Fanny. Y también para Juan.
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Necesitamos un mundo mas habitable; pero creer que sea posible, es un sueño, la realidad no nos lo permite.