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Saramago y una corbata que no tiene nada que ver

Hoy murió Saramago. Me avisó Javo en la madrugada, mediante un correo electrónico. Lo leí antes de ducharme. Y al salir de la ducha, tenía otro correo de él con esta frase saramaguiana:

"Hay quien se pasa la vida entera leyendo sin conseguir nunca ir más allá de la lectura, se quedan pegados a la página, no entienden que las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río, si están allí es para que podamos llegar a la otra margen, la otra margen es lo que importa".

Hoy discutí con Javo. La persona con la que más discuto. Discutimos por Saramago, por los prejuicios, por las diferencias y los desencuentros de siempre, los que persisten desde el día en que nos conocimos, en el que me extrañó su camisa blanca y corbata un sábado por la tarde, cuando no hay trabajo, cuando no es hora de bodas, cuando no es mormón.

Esa corbata extraña, estorbosa y sin embargo simpática es lo que siempre caracterizará mi amistad con Javo, con todo lo que entraña: extrañeza, incomodidad, desacuerdo, no entendimiento, pero mucha simpatía y el guiño de la elegante pero impertinente corbata.

Hoy murió Saramago. Por primera vez coincidí con su frase, se la agradecí a Javo, pero él no concordó. Ay, esa corbata.

Comentarios

Javier Munguía dijo…
Me encantó la entrada, querida amiga, por tu capacidad de interpretar la realidad simbólicamente. Eso sí: creo que el hecho de que existan personas que lleven corbata cuando no es lo común, o una falda larga cuando la moda dicta que debe ser corta, o un arete no en la oreja, sino en alguna otra parte del cuerpo, es de celebrarse. Abrazo.
Muy de celebrarse, mi querido amigo :D

Un abrazo.

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