Ir al contenido principal

Un buen gesto


Ya he comentado que en mi proyecto de poesía no me interesa emular las métricas de la poesía japonesa. Voy tras su estética. Voy tratando de descifrar cómo la refinación y sobre elaboración formal la logran mediante la simplificación estética.

Así que no sólo leo poesía, sino historia, narrativa (Genji, que es un largo retrato social) y ensayos.

Me he hecho de una buena colección por mis esfuerzos y la complicidad de él, que tiene un ojo fino y certero para los libros. Así fue como en uno de mis viajes apareció en el buró, junto a un florero con tallos floreados de duraznos, esta Gestualidad japonesa del excepcional Michitaró Tada.


El libro ha apasionado a tantos que me han visto con él comentando, leyendo, citando, que tiene una fila de segundos lectores. Es por eso que cuando lo extravié, mi hueco se reprodujo en el estómago de aquellos que esperaban su turno de lectura.

Pero lo he encontrado en mi primer sitio de búsqueda y en el último, porque no era posible que estuviera en otro lugar que no fuera ese. Así que lo he recuperado. Y con ello, la calma de mucha gente.

Quienes puedan echar mano de él, por favor, no duden en comprarlo. Es un libro sutil, divertido, profundo, exhaustivo. Está publicado en Adriana Hidalgo editora.

Comentarios

Anónimo dijo…
No, definitivamente los omamoris son muy, pero muy efectivos!!!! qué gusto que ya lo encontraste; ahora entiendo el gran valor que para tí representa este libro, qué bien por ello. No tienes idea cuanto me gustaría tener mas tiempo para leer, aprender y conocer mas, pero entre el trabajo, niños, quehaceres de casa, queda poco tiempo para hacerlo, de verdad lo he intentado y al poco tiempo lo dejo de nuevo; pero seguiré intentándolo; sé que sobre el tiempo uno debe saber administrarlo, pero a veces, quisiera que el día tuviera mas horas. Estos son los 10 o 15 minutos diarios que le dedico a leer un poco, y claro, este nido está en mis "favoritos".

Saludos,

Eidania
¡Oye! De verdad que justo cuando me enviaste virtualmente los omamoris me encuentro el libro. Y qué honor, Eidania, que el poco tiempo libre lo inviertas un poquito por aquí. No te creas, nunca hay tiempo suficiente para leer. Yo quisiera poder leer más, y mi amigo Javo que lee más de 8 horas al día quisiera leer más. Es un placer inagotable y uno siempre siente culpa de su cuota de lectura, sea mucha o poca.

Vivir también es leer, me consuelo. Y te consuelo a ti.

Un abrazo :D
Unknown dijo…
Te recomiendo "Karada" (cuerpo) en el que Tada explora el término como si fuera un ritual desmembramiento de su propia cultural.
¡Ah, muchas gracias por la sugerencia! Justo voy por estos días a DF y espero poder encontrarlo. Aquí en Hermosillo acaban de cerrar una librería más de las pocas que teníamos. Gracias por pasar por aquí.

Entradas más populares de este blog

Cecilia, 13

"Inicia mi adolescencia", nos anunciaste. Y sí, aquí estás con toda ella: con sus preguntas, titubeos, con su riada sin presa alguna, con su belleza latiendo, sus risas incontenibles y sus lágrimas igual de irrefrenables. Llega con una letra bella y desprolija a la vez, con vocaciones más claras. Otro tono de voz, otro tono ante la vida. Más vulnerable quizá, pero más decidida a caminar. Más silenciosa e interna, y más vociferante en sus formas. Me emociona observarte, redescubrirte, tomar tu mano y decir: calma, no hay prisa; calma, nadie fuera de ti te enuncia y determina; calma, calma, hay tanto por descubrir, hay tanto tiempo por delante, tanto aprendizaje en el itinerario, tantos hallazgos y tesoros, aun aquellos disfrazados de ceniza o putrefacción. Calma. Que en tu corazón nadie hable más que tú. Que ante el espejo no hable nadie más que el amor con el que te creamos y trajimos al mundo. Que tu voz interior solo se hable a sí misma con la ternura y admiración con la...

Capomo

Alicia, la novia de mi hermano Martín , me invitó a montar. A pelo. Sin silla de montar. Yo era niña. Tenía quizá 10 años. Anduvimos por el monte, lleno de brizna seca, con el sol muy bajo y naranja. En el silencio montaraz, ella me cantaba "La flor de capomo", ¿la conoces?, me preguntó. Le dije que no, entonces me la cantó en mayo. Este es uno de los momentos más memorables en mi niñez. Tiempo después, en una fiesta en el campo donde había música en vivo, mi padre quiso complacerme con una canción. "La flor de capomo", pedí, y mi padre sonrió extrañado y orgulloso a la vez. Desde entonces, para él esa es mi canción. Sí, esa es mi canción. Nunca he visto una flor de capomo. Queda poca gente que la ha visto. La flor de capomo crece en los ríos. Y ahora el río yaqui y mayo ya están secos, por lo que la flor de capomo es ya casi mítica. La raíz es muy extensa y con muchos tentáculos. Es como un estropajo estirable que se clava muy superficialmente en la tierra. El t...

Warhol 2012-2024

Llegó siendo una bolita albina, con un pelaje tan suave que parecía lanugo. Mariana decidió llamarle Warhol. Le gustaba estar en las escaleras de entrada a la casa para tomar el sol. Quienes pasaban nunca entendían su nombre y le inventaban otros: pelusa, bolita, motita. Era imposible verlo y seguir de largo. Él nunca llegó para seguir de largo. Llegó en la adolescencia de Mariana para ser esa criatura a quien abrazar en la soledad, en el miedo, el desconcierto, la confusión, el desarraigo. Era un diente de león suave y frágil que se metía abajo de su cama. En esa recámara tan blanca como él. En esa página nueva tan blanca como él. Fue paciente en el año que Mariana que estuvo en el extranjero. Y entonces se convirtió en la mascota de toda la familia. Siempre presto a correr escaleras arriba, escaleras abajo; a girar sobre su eje como un derviche cuando se emocionaba. Nunca se fue de largo. Tampoco cuando se mudó con Mariana a su pequeño departamento en el jardín. Ese fue el r...