El viernes tuve taller de novela en el vips. Le tocó a mi novela. El café estaba insufrible, pero pude soportarlo gracias a los buenos comentarios que mis compañeros talleristas hicieron del fragmento de 25 páginas que les mostré. El que más les ha entusiasmado.
El sábado muy temprano salí a Tucson, y esa noche, frente a una cerveza oscura (una fat tire) recordé mis horas en la biblioteca de la universidad local, investigando para esta misma novela. Tucson es una ciudad más bella de lo que parece gracias a los buenos recuerdos que de ella tengo.
El domingo, al poner gasolina antes de regresar a Hermosillo, encontré El Imparcial con una entrevista que me hizo Imanol Caneyada, una de las que más he disfrutado (o dos, porque como él cuenta, me hizo dos).
Hoy lunes regreso a casa en medio de una tormenta después de 12 horas en el trabajo, y encuentro una carta de Almuzara, mi editorial, donde me anuncian la segunda edición de Duelo de noche.
Nuevamente es muy tarde para llamar y compartir la noticia. Abrazo a Rabito. Y me siento con él en mis piernas, frente a la compu: me espera otro empujoncito para la novela.
El sábado muy temprano salí a Tucson, y esa noche, frente a una cerveza oscura (una fat tire) recordé mis horas en la biblioteca de la universidad local, investigando para esta misma novela. Tucson es una ciudad más bella de lo que parece gracias a los buenos recuerdos que de ella tengo.
El domingo, al poner gasolina antes de regresar a Hermosillo, encontré El Imparcial con una entrevista que me hizo Imanol Caneyada, una de las que más he disfrutado (o dos, porque como él cuenta, me hizo dos).
Hoy lunes regreso a casa en medio de una tormenta después de 12 horas en el trabajo, y encuentro una carta de Almuzara, mi editorial, donde me anuncian la segunda edición de Duelo de noche.
Nuevamente es muy tarde para llamar y compartir la noticia. Abrazo a Rabito. Y me siento con él en mis piernas, frente a la compu: me espera otro empujoncito para la novela.
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