Terminé Ciudad de cristal, de Paul Auster. Un lenguaje diáfano para una historia absurda, una estructura transparente y funcional para ser habitada por personajes que en la oscuridad y el silencio se multiplican, se desdoblan, escapan en la nada, se anulan.
La reflexión sobre el lenguaje que nos ha abandonado. El lenguaje que se disocia de su referente.
Lo que somos queda anulado, porque no hay palabra que nos nombre, ni palabra que nos explique.
Y al final, el escritor escindido de la realidad a la que atestigua irresponsablemente, y la condena del escritor que cuenta una historia para salvar(se).
(Me dije que no quería leer enseguida a un europeo ni a un gringo. Leo a Reinaldo Arenas con su Celestino antes del alba, y estoy disfrutando de otra temperatura y color en las palabras).
La reflexión sobre el lenguaje que nos ha abandonado. El lenguaje que se disocia de su referente.
Lo que somos queda anulado, porque no hay palabra que nos nombre, ni palabra que nos explique.
Y al final, el escritor escindido de la realidad a la que atestigua irresponsablemente, y la condena del escritor que cuenta una historia para salvar(se).
(Me dije que no quería leer enseguida a un europeo ni a un gringo. Leo a Reinaldo Arenas con su Celestino antes del alba, y estoy disfrutando de otra temperatura y color en las palabras).
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