
En la recta final de mi novela.
Tengo todo un esqueleto: información, investigación, apuntes, escaleta, fotos de aviones, testimonios de pilotos, entrevistas. Y cuando sólo tengo como título de capítulo "El piloto y el macho cabrío", puedo habitar ese espacio imaginario.
Imaginar la lucha de los macho alfa en el campo de guerra: los ejidatarios, los socios en una empresa, los fabricantes de los aviones, el mismo dueño de la flota. Y las sutilezas, el hilo fino, ese que se teje por detrás de la urdimbre aparente, van apareciendo y ocupando el imaginario y la escritura de la autora.
Al final del fragmento, me cuestiono: ¿"El piloto y el macho cabrío" o "El piloto y el demonio"?
Macho cabrío: la virilidad y los juegos de poder, el aquelarre y los demonios en juego.
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