Seguramente en la imaginación se gesta un escritor. Y ahí veo a mi abuela, La Nana Meri, abriendo un mundo para mí.
Contándome historias del diablo -siempre- con un placer mayor mientras más miedo me provocaba, montando bromas sofisticadas para asustarnos, con su cabello perfectamente plateado y su cuerpo delgadísimo y erguido con elegancia.
Sus silencios y su sonrisa llena de cosas no dichas.
La oscuridad del patio con la estela de su cigarro apenas visible, como una suave neblina nocturna.
También me ha alimentado con sus frases, agudas, maledicentes, libres.
Hoy acuñó una de esas frases muy suyas: "A esta edad para todo se batalla, hasta para morir".
Así es La Meri.
Contándome historias del diablo -siempre- con un placer mayor mientras más miedo me provocaba, montando bromas sofisticadas para asustarnos, con su cabello perfectamente plateado y su cuerpo delgadísimo y erguido con elegancia.
Sus silencios y su sonrisa llena de cosas no dichas.
La oscuridad del patio con la estela de su cigarro apenas visible, como una suave neblina nocturna.
También me ha alimentado con sus frases, agudas, maledicentes, libres.
Hoy acuñó una de esas frases muy suyas: "A esta edad para todo se batalla, hasta para morir".
Así es La Meri.
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