Nada se compara a leer por las mañanas en cama. Con los silencios frescos que tienen las mañanas. Con la mente y el cuerpos nuevos, como un paquete que recién se abre.
Uno entra a las historias como en un mundo recién nacido. Uno no es nadie. Lo ha olvidado en la noche, lo ha confundido entre los sueños. Uno es el nadie que atestigua esas otras historias, observa desde otras almas las otras vidas.
Y uno empieza a ser. La misma. Otra. La misma con diferencias. Uno recuerda. Uno imagina. Uno reflexiona.
Quedan 12 páginas. No quiero terminar Al sur de la frontera, al oeste del sol. No quiero perder ese mundo. El mundo recién nacido que se siente cuando uno lee por las mañanas en la cama.
Uno entra a las historias como en un mundo recién nacido. Uno no es nadie. Lo ha olvidado en la noche, lo ha confundido entre los sueños. Uno es el nadie que atestigua esas otras historias, observa desde otras almas las otras vidas.
Y uno empieza a ser. La misma. Otra. La misma con diferencias. Uno recuerda. Uno imagina. Uno reflexiona.
Quedan 12 páginas. No quiero terminar Al sur de la frontera, al oeste del sol. No quiero perder ese mundo. El mundo recién nacido que se siente cuando uno lee por las mañanas en la cama.
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