En el verano del 2004 la red se convirtió para mí en un sitio frío y desolado. Como esos cañones por donde pasa el viento angosto, filoso, frío, ululante. Como todos los veranos, agotadores en mi oficina, ese me obligaba a dormir un día sí y un día no para poder sacar a tiempo el trabajo.
Fue entonces cuando apareció Shaula, un nick que me pedía ser aceptada en mis contactos del mensajero. Nos ligó el Solís, un amigo en común, él sabiendo que desde hacía mucho tiempo yo esperaba volver a leer algo de la autora de Desencuentros desesperados que había publicado la Universidad de Sonora en 1996.
Ella también pasaba muchas horas conectada, haciendo un trabajo como el mío, y como esa hubo muchas otras coincidencias, que conforme pasa el tiempo se multiplican en unos puntos, en otros desaparecen y en algunos más surgen inéditos.
Ella sigue en la red junto conmigo, cada día, ventana a ventana, desde que amanece hasta que pasa la medianoche y mi computadora se apaga. A veces es Letty, a veces es Shaula, a veces Carmen, a veces Luna, pero siempre es mi amiga, mi compañera de taller y siempre esa escritora que leí con fascinación en el 96 y que hoy, por fin, publica su segundo libro: Luna de agua (Altanoche), firmado por su nombre completo, Carmen Leticia Espriella.
Fue entonces cuando apareció Shaula, un nick que me pedía ser aceptada en mis contactos del mensajero. Nos ligó el Solís, un amigo en común, él sabiendo que desde hacía mucho tiempo yo esperaba volver a leer algo de la autora de Desencuentros desesperados que había publicado la Universidad de Sonora en 1996.
Ella también pasaba muchas horas conectada, haciendo un trabajo como el mío, y como esa hubo muchas otras coincidencias, que conforme pasa el tiempo se multiplican en unos puntos, en otros desaparecen y en algunos más surgen inéditos.
Ella sigue en la red junto conmigo, cada día, ventana a ventana, desde que amanece hasta que pasa la medianoche y mi computadora se apaga. A veces es Letty, a veces es Shaula, a veces Carmen, a veces Luna, pero siempre es mi amiga, mi compañera de taller y siempre esa escritora que leí con fascinación en el 96 y que hoy, por fin, publica su segundo libro: Luna de agua (Altanoche), firmado por su nombre completo, Carmen Leticia Espriella.
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