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Escritura limítrofe

Cuando comentaba mi sensación de tener el techo en la cabeza, la pared en la nariz, me refiero a la necesidad de romper límites y explorar más allá de ellos.

Por eso me es muy estimulante leer a los autores que muestran, en alguna obra, esos límites. Celestino antes del alba, de Reinaldo Arenas, es un límite del juego del lenguaje como un caudal narrativo, autogenerativo; el Paul Auster de Ciudad de cristal, es otro límite del juego con el lector, un acuerdo siempre traicionado con el absurdo; el Milán Kundera de La insoportable levedad del ser, es un límite de la razón dentro del campo literario.

Creo que Solitario de amor marca otro límite: el del amante que hunde su amor hasta la locura, hasta los torrentes sanguíneos y los líquidos biliares de su amada; el del amante primitivo, anterior al lenguaje, nadando en un marasmo de instintos, pulsiones, inconsciente.

Uno entonces contempla habitaciones que antes estaban oscuras y uno empieza a perder el miedo a caminar en ellas.

Comentarios

sylvíssima dijo…
A eso me refería yo. Experimentar, trastocar, torcer, cruzar. Hacer lo que no. O lo que antes no. Lo que no se espera de uno pero que está en uno.

No sé si fui clara. No sé si soy clara.

En esta liga está la entrevista de la que te hablé. No tiene nada qué ver con tu novela o con tu escritura pero puede tener todo qué ver con tu novela y con tu escritura (nótese que no dije: con tu vida). A ver si te sirve:

http://maruska.soria.org/bernhard1.htm
Ah, gracias, estaba a punto de mandar a un alma chocarrera que me hace favores a que te jalara los pies para que me dieras ese link :-)

Y sí. No se puede ser muy clara en esto, pero sí: cada vez que uno se asoma a un límite se adelanta unos centímetros y se transforma. Nunca hay un retorno del todo.

Gracias :-) (ya casi termino la novela y con todo el dolor de mi codicia, te la regreso).
Anónimo dijo…
¿y si en lugar de regresársela a sylvia me la regresaras a mí y yo te la comprara a escondidas y entonces... chale... lástima que soy honrada, si no... la robaba.
besos a las dos.
Esto me huele al "Asesinato de Jesse Jones por el cobarte Robert Ford".

Somos unas bandoleras peleando el botín: ¡un libro!

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