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Vuelta

Ayer reanudamos el taller. Le tocó a Joso, un muy bien inicio, prometedor. Me entusiasma cuando veo cómo vamos creciendo cada uno. El taller no tiene coordinador, sólo cinco personas que coincidimos, que tenemos proyectos y queremos desarrollarlos. Sólo cinco personas algo calladas, que podemos compartir libros, películas, ideas, opiniones, visiones del mundo.

Vuelvo a confirmar la importancia del punto de vista para narrar. Sin ese punto de vista, el autor se pierde, el lector nos pierde, lo perdemos nosotros. Y aunque parece algo fácil de lograr, la confusión y la ambigüedad es lo primero que sale al encuentro. Los personajes pierden su rumbo, el autor deja de ser un guía preciso y estratégico, la historia se diluye anémicamente...

Luego en la noche -después de acostar a Mariana- a trabajar un poco, hasta la 1:30 am; luego leer media hora Solitario de amor, de Cristina Peri Rossi. Un libro que sólo me tolera lecturas en fragmentos de media hora. No puedo durar más tiempo tomada en vilo del cuello por la autora.

Escribir así. Elegir un punto de vista así. Que tome del cuello al lector, que lo levante en vilo, que le quite la respiración, que lo asfixie. Que le queme los dedos. Eso me pregunto. Eso busco dentro de mí.


Comentarios

Anónimo dijo…
Solitario de amor es un libro difícil de leer... con todo, lo leí en dos días. creo que llegó justo en el momento en que podía escucharme a mí misma a través del narrador.
...aún así... me fascinaría escribir del modo en que tú te propones y no como peri rossi. besos.
Uy, eres mi héroe si lo leíste así. No puedo. Además saboreo tanto cada palabra, a manera de colocarla, el tono, la intensidad... que no podría disfrutarla así. Será que no, ahora estoy cerca de ese narrador. Y no me gusta por lo pronto recordar cuando estuve cerca...

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